martes, 28 de abril de 2009

Carta al Director del Diario Crìtica

Carta de nuestra hermana y compañera Dra Soledad García Muñoz al director del Diario Crítica en relación a la nota publicada el 28 del corriente bajo el título:
“Gracias a Dios no hice como Barreda”
Un sector de los especialistas sostiene que la violencia de género es unilateral: de hombres a mujeres. Pero en la Fundación Evolución Sistémica brindan ayuda a víctimas del caso contrario. Cifras y testimonios.


Buenos Aires, 26 de abril de 2009
Sr. Director,
Le hago llegar mis reflexiones en torno a la nota página completa “Gracias a Dios no hice como Barreda” aparecida hoy en su Diario, así como la subnota “Celoso, la mató de 17 puñaladas” - ambas de autoría no identificada –, preocupada porque el enfoque y contenidos de las mismas puedan llegar a generar dudas entre sus lectores/as acerca de la temática sobre la que se pretende informar. Sin obviar la gravedad que reviste todo hecho de violencia que afecte el bienestar de una persona, debe también quedar muy claro que los hechos de violencia ejercidos por mujeres contra hombres en el ámbito de las relaciones interpersonales no son asimilables en su entidad a la violencia de género contra las mujeres: una realidad que es reconocida como una de las más graves violaciones de derechos humanos que persisten en el planeta por las más importantes organizaciones internacionales, como la ONU. Como la nota pone de relieve, a través del testimonio del Sr. Blisniuk, los estereotipos machistas que adjudican al género masculino en exclusiva atributos de fuerza física y capacidad de ejercer violencia penetran la conciencia de la sociedad y las instituciones, generando la inadecuada atención de casos como el descrito. Son hechos dramáticos, dolorosos para sus víctimas y requieren la mejor atención . Igual con todo el reproche que merecen, no son hechos comparables en su naturaleza ni dimensión a las violencias de género que las mujeres vienen sufriendo de manera histórica, sistemática y masiva, a causa de la discriminación que se cierne sobre la mitad femenina de la humanidad. Vale recordar que 1 de cada 3 mujeres en el mundo, hoy, sufre o sufrirá violencia por el hecho de ser mujer. Coincido así con la opinión separada del experto Mario Payarola, cuyos puntos de vista deberían haber sido mejor integrados en el análisis ofrecido, en lugar de separados en una nota a modo de contrapunto. No sólo un sector –como dice el subtítulo del encabezamiento- sino la generalidad de las y los especialistas en el tema hemos comprobado, empíricamente, que la violencia de género contra las mujeres no conoce paralelismo respecto de los hombres, ni en sus causas, ni en sus consecuencias. Llama la atención que la nota no refleje los datos recabados recientemente por organizaciones no gubernamentales, como Amnistía Internacional o la Casa del Encuentro, que indican que en torno a 200 mujeres fueron asesinadas por sus parejas sólo en 2008. O que según un riguroso estudio de CECYM, 1284 mujeres murieron por violencia de género entre 1997 y 2003 sólo en la Provincia de Buenos Aires – desgraciadamente aún no hay estadísticas oficiales que reflejen fielmente esta realidad-. Por otro lado, los títulos de las notas resultan inadecuados y refuerzan los estereotipos que la misma nota pareciera querer develar. En ambos casos se introducen elementos de justificación hacia el femicidio: como reacción frente a un posible ataque, al haber elegido como titular la referencia al caso Barreda; anteponiendo el adjetivo “celoso” antes de la conducta asesina, en la subnota. Atento lo expuesto, mucho agradecería que publiquen estos comentarios y que los tomen debidamente en cuenta en próximas ocasiones al abordar estas temáticas. Les animo de paso a aplicar de manera constante en sus tareas el Decálogo elaborado por las y los especialistas de la Red Par*, como también a tener en cuenta la nueva Ley 26.485 y en especial sus disposiciones sobre medios de comunicación. Porque sin una adecuada perspectiva de género el derecho a la información no se completa, ni se asume la responsabilidad social que satisfacerlo comporta.
Atentamente,
Soledad García Muñoz
Abogada y Profesora
UNLPDoc. 93766341

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