lunes, 17 de diciembre de 2012

CLAI - Fallo caso Marita Verón

Desde la Secretaría Regional del Consejo Latinoamericano de Iglesias, CLAI Río de la Plata, y la Pastoral de la Mujer y Justicia de Género del CLAI en nuestra región, expresamos y compartimos la indignación y el dolor que nos causa el fallo de la justicia tucumana, que después de 10 años de investigación tras la desaparición de Marita Verón, decidió absolver a los 13 imputados. En la historia de Marita se representan las de miles de mujeres víctimas de la trata y la explotación sexual, que esperan una justicia sensible y recta, de ojos y oídos abiertos, que no siga reproduciendo con sus decisiones la lógica opresiva del patriarcado y los paradigmas de género que desde el mismo se generan, encubriendo sin escrúpulos a los responsables del delito. Es necesario que con urgencia se modifique la ley vigente, que da lugar a espacios de impunidad permitiendo que se interprete que si la víctima es mayor de 18 de años y prestó su consentimiento no hay delito, como si alguien pudiera prestar consentimiento para ser sometida a explotación. Respetamos, valoramos y nos sumamos a la larga caminata en busca de justicia de la madre de Marita, Susana Trimarco. Su fuerza y coherencia, que lejos de debilitarse con este fallo están fortalecidas, nos invitan a seguir sumando compromiso y trabajo articulado en busca de la verdad y la dignidad. “ El no juzgará por la sola apariencia, ni dará su sentencia fundándose en rumores. Juzgará con justicia a los débiles y defenderá los derechos de los pobres del país. Sus palabras serán como una vara para castigar al violento… Siempre irá revestido de justicia y verdad.” Isaías 11, 3-5

Adhesión a la Marcha en Tucumán por la absolución de los enjuiciados en el caso Marita Verón.

Expresamos nuestra total solidaridad y acompañamiento a la señora Susana Trimarco frente a la profunda decepción que ha producido el fallo de absolución para todos los procesados por la desaparición de Marita Veron. Deploramos esta escandalosa sentencia de la Justicia tucumana que legitima el desamparo de las victimas de las redes de trata de personas. Nos sentimos defraudados porque estos dictámenes atentan contra la dignidad de la vida en democracia. Valoramos la incansable lucha de Susana Trimarco que la ha convertido en un referente social que, al buscar justicia para su hija ha abrazado la causa de todas las victimas cautivas de estas redes. Para la fe cristiana el poder de la justicia debe estar al servicio de los más débiles y desprotegidos como único camino para alcanzar la paz. Afirmamos que para Dios toda vida humana es valiosa en sí misma y como sociedad debemos responder por ella. Nos unimos a todos los que rechazan lo resuelto por la justicia tucumana y nos comprometemos a caminar juntos en la transformación de esta muy dolorosa realidad. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Mateo5: 6 Obispo Frank de Nully Brown Iglesia Evangélica Metodista Argentina

CAREF NO A LA TRATA. Basta de impunidad

NO A LA TRATA. Basta de impunidad Desde CAREF expresamos nuestra solidaridad con la mamá y la hija de Marita Verón, y las acompañamos en su lucha por la Justicia. Justicia hasta ahora ausente. Enfáticamente repudiamos el veredicto dado por la Sala II de la Cámara Penal de Provincia de Tucumán y abogamos porque los responsables de la desaparición de Marita sean condenados. Sabemos que hacer Justicia condenando a los responsables del secuestro, explotación y desaparición de Marita es también hacer Justicia para muchas otras mujeres, niñas y adolescentes sometidas a los mismos vejámenes. El secuestro, la explotación sexual y la posterior desaparición de Marita Verón no fueron hechos aislados ni casuales. El mismo día de abril de 2002 en que Marita fue secuestrada en las calles de la ciudad de Tucumán, su madre, Susana Trimarco, inició el trabajo de denuncia que mostró los perversos, violentos y socialmente tolerados mecanismos (y sujetos) que sostienen la explotación sexual de mujeres, niñas y adolescentes. El “Caso Marita Verón” es hoy igual de paradigmático que el “Caso Raquel Liberman” ayer: ambos develaron las tramas de corrupción y complicidades institucionales; en ambos casos las luchas se sostuvieron en la valentía y la fortaleza de una mujer. La sociedad en su conjunto acompañó a la mamá de Marita en su dolor y en su incesante búsqueda de Verdad y de Justicia, y escuchó junto a ellas los testimonios y los relatos que se hicieron públicos durante los diez meses que duró el juicio. Con estupor, con desilusión y con enojo escuchamos el veredicto de la Sala II de la Cámara Penal de la Provincia de Tucumán absolviendo a los 13 imputados, insensible ante los padecimientos, los abusos y las injusticias que ya condenaron a miles de niñas, jóvenes y mujeres. Cualesquiera que sean las razones que desarrolle el fallo cuando se conozca en su totalidad, gran parte de la Verdad ha salido a la luz, aunque la justicia haya decidido mirar hacia otro lado. Marita Verón, desde su desaparición y gracias a la lucha incesante de su madre, marcó el camino a seguir para que se defina un marco normativo que permita garantizar los derechos de todas las víctimas, sancionar a los culpables y prevenir el delito de la trata de personas. Con el dolor y el estupor de la falta de justicia sigue hoy día señalándonos lo que socialmente nos queda por hacer: la reforma de la ley de trata aún espera para que la figura del consentimiento de la víctima deje de existir, las lógicas del patriarcado siguen naturalizando el sometimiento y la prostitución, por ello el negocio a costa de los cuerpos de las mujeres prospera. Debemos seguir trabajando para revertir estas lógicas y avanzar en un marco normativo justo que pene duramente a quienes someten, vejan y negocian y garantice los derechos de quienes padecen la trata de personas. Equipo de Trabajo y Junta Directiva de CAREF

DECLARACIÓN DE CONFAR y la RED KAWSAY

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. (Mateo 5, 6) La Conferencia Argentina de Religiosos/as (CONFAR) y la Red KAWSAY (Vida Consagrada por una sociedad sin trata de personas) sentimos una profunda consternación frente al fallo absolutorio de la Justicia Tucumana en el caso Marita Verón. Repudiamos el hostigamiento que sufrieron las testigos víctimas durante el proceso, al enfrentarse ante sus propios explotadores. Instamos a todas/os a no bajar los brazos en la búsqueda de JUSTICIA para las víctimas de trata y a alentar nuestra esperanza con la "certeza de que la corrupción, la injusticia y el sufrimiento no tienen la última palabra". Hna. Marisa Biasutti, HSAP (Presidente de CONFAR) P. Daniel Echeverría, MSSCC (Secret. Ejec. de CONFAR)

frente al escandaloso fallo en el caso Marita Verón

El Foro de Pensamiento y Construcción Social, El fallo absolutorio dictado por los jueces Alberto Cesar Piedrabuena, Emilio Andrés Herrera Molina y Eduardo Antonio Romero Lescano, apoyado en tecnicismos legales y eludiendo la función central del verdadero principio de Justicia, ha conmovido masivamente a la sociedad Argentina. La escandalosa sentencia, lleva la impronta de las cuestiones emblemáticas, la gota que desborda el vaso. En tanto no puede ni debe quedar amparada en el principio de “Cosa Juzgada”, pues de ser así, además de convertirse en gigantesca burla a la inteligencia de la ciudadanía, sería de consecuencias irreparables para el sistema judicial en su conjunto. El caso Marita Verón y la vergonzosa decisión de estos jueces, ha tenido el mérito y la desdicha de llevarnos a todos y en especial a las mujeres y hombres de Ley ante un escenario de “antes y después” que no debe ser soslayado. Enmendar la situación, sancionar ejemplarmente a los responsables del bochornoso desatino e iniciar una profunda investigación a partir de los numerosos testimonios vertidos en sede judicial, representan la responsabilidad de la hora.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

LA SENTENCIA CONTRA MARITA O ÉSTA ES LA JUSTICIA QUE TENEMOS

mEMPO gIARDINELLO Por Mempo Giardinelli Escribo esto con profunda bronca a la hora del cierre, quede claro. No quiero dejar pasar la furia que siento y que sé, me consta, veo y palpo que sienten en estas horas de dolor millones de ciudadanos y ciudadanas en todo el territorio nacional. Para sorpresa y espanto del país entero (el país decente, digo, el que mayoritariamente no es corrupto) todos los acusados por el caso Marita Verón fueron absueltos en Tucumán en esta noche ominosa de la Argentina, en una decisión judicial obviamente sospechable de lisa y llana y flagrante corrupción. Esta es la justicia (desde ahora la escribo con minúsculas) que tenemos. La que impera mayoritariamente en nuestro país. Unica institución republicana que no fue democratizada en serio desde la recuperación de la Democracia. Y que junto con sus socias, las malditas policías y los malditos servicios penitenciarios provinciales, son las únicas que conservan intactas todas las taras formales y esenciales que les inculcó la dictadura. Porque la democracia significó profundos cambios institucionales en casi todos los órdenes: militares, educativos, de relaciones exteriores, de economía, de sociedad. Pero lo que no se tocó, ni se toca todavía, es lo que huele a podrido. Y este “fallo” –es un decir perfecto: fallo– está llenando de hedor a la Nación entera. A sabiendas de que toda generalización es injusta y peligrosa –y en conocimiento de que hoy mismo se conoció el noble pronunciamiento de más de 200 jueces, fiscales y defensores públicos que emitieron un contracomunicado que desdice a ciertas catervas de jueces y camaristas viajeros a Miami por cuenta de empresarios, y a los lobbistas marrulleros del Colegio de la Magistratura y a los de esa de nombre imposible Comisión Nacional de Protección de la Independencia Judicial– yo me siento esta noche tentado de homologar esta maldita justicia a las malditas policías. La que condena nuevamente a Marita Verón y nuevamente procura destruir a Susana Trimarco (pero a la que en realidad e involuntariamente enaltece) es la justicia que hay que cambiar de una vez y yo quiero ver si los opositores tendrán huevos para hacerlo, e incluso si el Gobierno los tendrá, todo sea dicho. Cambiar de una vez los procedimientos y los plazos; cambiar de una vez el engolamiento y la pretendida santidad de los magistrados; cambiar los tratos y rótulos del siglo XIX para que las Señorías engoladas de hoy que no pagan impuestos empiecen a pagarlos como cualquiera de nosotros, que laburamos y sostenemos este país con esfuerzo y decencia. Y así acabar con mitos como el de la “familia judicial” y el de que los trapos sucios se lavan en casa. Esa es la justicia que a mí, empleado durante cuatro años en el Superior Tribunal de Justicia de la Provincia del Chaco y joven estudiante de Derecho en la Universidad Nacional del Nordeste –y lo digo por primera vez públicamente–, me llevó a abandonar cuando tenía 21 años la profesión que yo amaba y había elegido a los 16. Hay que dar los nombres de estas tres “señorías” tucumanas de las que el mismísimo gobierno de José Alperovich sería bueno que dijese su opinión públicamente. Son ellos: Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera Molina y Eduardo Romero Lascano. Yo no sé si sus conciencias, si las tienen, los podrán juzgar. Y no me importa. Pero nosotros, la ciudadanía, sí. En democracia y en paz, serena pero definitivamente, tenemos que condenarlos éticamente, a la vez que vincularlos con los mencionados colegios, juntas, consejos, asociaciones y demás grupos corporativos que sólo son puro lobby, para decirlo clarito. No tienen vergüenza y esta noche en que celebran todos los miles de prostíbulos del país, y todos los proxenetas, y todos los mercaderes de carne humana, y todos los hijos de puta de la trata, y perdóneseme la furia textual, nosotros, los que sí tenemos vergüenza y somos la inmensa mayoría de este país atormentado, por eso puteamos. Por eso LOS puteamos. Con la misma fuerza y convicción con que abrazamos a Susana Trimarco y esperamos un día abrazar a Marita Verón y a todas las Maritas que fueron y seguirán siendo, por desdicha, gracias a estos infames protectores de tratantes de personas. Malas noches, Argentina.