martes, 28 de abril de 2009

Comunicado de la coordinación de mujeres del Paraguay

COMUNICADO DE LA COORDINACIÓN DE MUJERES DEL PARAGUAY (CMP)

La Coordinación de Mujeres del Paraguay (CMP), red de organizaciones que lleva 22 años trabajando por los derechos de las mujeres, ante los sucesos relacionados con la paternidad del presidente Fernando Lugo, expresa ante la opinión pública sus reflexiones y posturas:
• La paternidad responsable, un asunto de interés público: Los derechos de la infancia, así como los derechos de las mujeres, son un asunto público porque están reconocidos y deben ser garantizados, respetados, protegidos y promovidos por el Estado. Un lema feminista desde hace décadas es “lo personal es político”: lo que aparentemente es una experiencia individual y sin transcendencia política, tiene carácter político porque es parte de un sistema general de dominio masculino y de subordinación femenina. La vigencia de derechos que rompen con este dominio es resultado de luchas ciudadanas, que deben ser conocidas y reconocidas por todas y todos.
• El poder de un hombre no está por encima de la ley: Como feministas, nos parece importante que el desarrollo de los hechos demuestre que existen mecanismos y herramientas para ejercer derechos, que deben ser cumplidos incluso por quienes tienen poder. El presidente, como ciudadano paraguayo, no está por encima de las leyes y debe cumplir con sus deberes de reconocimiento, cuidado y alimentación de quienes resulten ser sus hijos.
• La conducta del presidente Fernando Lugo refleja la persistencia del orden patriarcal: El presidente es parte de una cultura de dominio masculino con plena vigencia en la sociedad paraguaya. Mucho ya se ha hablado de las relaciones de poder de Lugo con algunas de las posibles madres de sus hijos, análisis que nos parece pertinente y que cuestiona el orden patriarcal. Al mismo tiempo nos preocupa que las referencias a estos casos refuercen otros estereotipos atribuidos a las mujeres: como pobres víctimas desprotegidas, como seres incompletos que precisan a un hombre que las proteja y como personas sujetas al dominio masculino en el marco de una heterosexualidad obligatoria. Es esta claudicación permanente de la autonomía la que perjudica a las mujeres frente a jefes, caudillos y diversos poderes de la cultura patriarcal.
• En un Estado laico no existen discriminaciones ni privilegios basados en la religión: Actualmente las hijas e hijos (de un presidente y de quien sea, nacidas/os en cualquier circunstancia) tienen iguales derechos ante las leyes. Antes existían clasificaciones basadas en el estado civil y la relación entre padres y madres. Por ejemplo, se consideraba como “hijos sacrílegos” a descendientes de curas, obispos y demás jerarcas de la iglesia católica. Era así porque el derecho canónico regía el pensamiento del derecho civil, influencia aún vigente aunque haya habido cambios. Por ello, es importante erradicar todo resto de derecho canónico de nuestras leyes, para que una religión no siga discriminando. Sólo un Estado laico puede garantizar los derechos de todas las personas, independientemente de su credo.
• La doble moral de la iglesia católica discrimina y perjudica a las mujeres: La presión cultural y política del catolicismo institucional sobre las leyes, las políticas y las costumbres de nuestro país es negativa para los derechos de las mujeres. La jerarquía católica ha protegido la doble moral reinante, usando el púlpito y su poder para recriminar y negar los derechos sexuales y reproductivos de las personas, protegiendo a la vez a sus propios miembros cuando éstos llevan una vida sexual irresponsable. Es tiempo de reconocer y cambiar esta situación.
• El modelo familiar nuclear y heterosexual no es el único válido para niñas y niños: Podemos obligar a través de leyes a que los hombres reconozcan a su descendencia y se hagan cargo económicamente de ella, y esto es necesario en un país de padres irresponsables como es el Paraguay. Sin embargo, no por ello debemos olvidar que el modelo tradicional de familia nuclear y heterosexual no es el único válido para la crianza de niñas y niños. Las leyes no resuelven la necesidad de afecto y cariño. Nos oponemos a que el reconocimiento paterno (más aún cuando fue inicialmente negado) vaya acompañado de un poder desproporcionado para hombres que, pese al reconocimiento, estarán ausentes frente a las demandas del cotidiano cuidado de hijas e hijos.
• El estupro, una burla penal a los derechos y la dignidad de las mujeres: Más allá de la posible prescripción de los hechos, nos preocupa que el presidente pudiera haber cometido hechos punibles contra la autonomía sexual de las personas. Pero ¿qué pasaría si Lugo fuera culpable? Según lo previsto por nuestro Código Penal machista y discriminatorio, tendría que pagar una multa y asunto terminado. Ésta es la seriedad con la que se toman nuestras leyes la dignidad de la vida de las mujeres. Nos molesta profundamente que personas y grupos políticos que desde sus cargos legislativos no atendieron nuestro reclamo sobre cambios a la ley penal (en éste y muchos otros aspectos), hoy hagan uso político de la supuesta falta presidencial.
• A las feministas se nos escucha cuando conviene: Nos llama la atención el reclamo generalizado de que las feministas nos pronunciemos frente al caso de las paternidades de Lugo, cuando en nuestra lucha cotidiana no se nos escucha y aunque de hecho varias organizaciones y mujeres feministas ya se han pronunciado, mostrando la diversidad de este movimiento social en Paraguay. No nos escucharon cuando hicimos sugerencias frente al proceso de modificación del Código Penal, cuando luchamos por la aprobación de una ley de protección a victimas de delitos contra la autonomía sexual, o por una ley de salud sexual y reproductiva. Las mismas personas que se opusieron a nuestras demandas, ahora denuncian y piden que hablemos para usar nuestra voz en contra del gobierno. La hipocresía, el oportunismo y la doble moral de gran parte de la clase política quedan patentes con estos hechos.
• Nos oponemos a la utilización política de la lucha de las mujeres: Como CMP rechazamos que los partidos políticos y los sectores dominantes y favorecidos a lo largo de la historia del país usen la victimización de las mujeres para sus propios intereses. Cuando estos sectores se comprometan realmente con nuestras luchas podrán hablar con credibilidad sobre estos temas. Mientras tanto, no busquen hacer de nuestras demandas “carne de cañón” para sus pretensiones políticas.
• Como feministas apoyamos la gestión de nuestras compañeras en el Estado: Las organizaciones que conformamos la CMP apoyamos la gestión y el esfuerzo que compañeras nuestras –Gloria Rubín y Liz Torres– desarrollan hoy al frente de la Secretaría de la Mujer y de la Secretaría de la Niñez y Adolescencia. La historia de lucha que poseen certifica su interés en mejorar la situación de mujeres y de la infancia, y no le deben nada a ningún poderoso por estar en el lugar que ocupan. Nos alegra que se queden allí para seguir trabajando, y no queremos que dejen esos espacios a quienes claman por su alejamiento de los mismos. Al contrario, creemos que es la oportunidad de posicionar con mayor firmeza la necesidad de cambios que coloquen en el centro de la gestión pública los derechos de las mujeres y de la niñez y adolescencia, en especial una fuerte campaña por la paternidad responsable.
Considerando todo esto, la CMP repudia la actitud irresponsable y machista del presidente Fernando Lugo y exige que asuma y repare sus errores, no sólo con un discurso y actuando con la verdad ante las denuncias que le atañen, sino además promoviendo políticas públicas sobre derechos sexuales y reproductivos, sin discriminaciones ni hipocresías.
Asunción, 26 de abril de 2009
La Coordinación de Mujeres del Paraguay (CMP) es una articulación feminista integrada por diez organizaciones: Aireana - Grupo por los Derechos de las Lesbianas, Alter Vida – Centro de Formación y Estudios para el Ecodesarrollo, Asociación Trinidad, Base Educativa de Apoyo Comunitario (BECA), Centro de Documentación y Estudios (CDE), Círculo de Abogadas del Paraguay, Colectivo de Mujeres 25 de Noviembre, Grupo de Estudios de la Mujer Paraguaya (GEMPA), Kuña Róga y Mujeres por la Democracia.

Carta al Director del Diario Crìtica

Carta de nuestra hermana y compañera Dra Soledad García Muñoz al director del Diario Crítica en relación a la nota publicada el 28 del corriente bajo el título:
“Gracias a Dios no hice como Barreda”
Un sector de los especialistas sostiene que la violencia de género es unilateral: de hombres a mujeres. Pero en la Fundación Evolución Sistémica brindan ayuda a víctimas del caso contrario. Cifras y testimonios.


Buenos Aires, 26 de abril de 2009
Sr. Director,
Le hago llegar mis reflexiones en torno a la nota página completa “Gracias a Dios no hice como Barreda” aparecida hoy en su Diario, así como la subnota “Celoso, la mató de 17 puñaladas” - ambas de autoría no identificada –, preocupada porque el enfoque y contenidos de las mismas puedan llegar a generar dudas entre sus lectores/as acerca de la temática sobre la que se pretende informar. Sin obviar la gravedad que reviste todo hecho de violencia que afecte el bienestar de una persona, debe también quedar muy claro que los hechos de violencia ejercidos por mujeres contra hombres en el ámbito de las relaciones interpersonales no son asimilables en su entidad a la violencia de género contra las mujeres: una realidad que es reconocida como una de las más graves violaciones de derechos humanos que persisten en el planeta por las más importantes organizaciones internacionales, como la ONU. Como la nota pone de relieve, a través del testimonio del Sr. Blisniuk, los estereotipos machistas que adjudican al género masculino en exclusiva atributos de fuerza física y capacidad de ejercer violencia penetran la conciencia de la sociedad y las instituciones, generando la inadecuada atención de casos como el descrito. Son hechos dramáticos, dolorosos para sus víctimas y requieren la mejor atención . Igual con todo el reproche que merecen, no son hechos comparables en su naturaleza ni dimensión a las violencias de género que las mujeres vienen sufriendo de manera histórica, sistemática y masiva, a causa de la discriminación que se cierne sobre la mitad femenina de la humanidad. Vale recordar que 1 de cada 3 mujeres en el mundo, hoy, sufre o sufrirá violencia por el hecho de ser mujer. Coincido así con la opinión separada del experto Mario Payarola, cuyos puntos de vista deberían haber sido mejor integrados en el análisis ofrecido, en lugar de separados en una nota a modo de contrapunto. No sólo un sector –como dice el subtítulo del encabezamiento- sino la generalidad de las y los especialistas en el tema hemos comprobado, empíricamente, que la violencia de género contra las mujeres no conoce paralelismo respecto de los hombres, ni en sus causas, ni en sus consecuencias. Llama la atención que la nota no refleje los datos recabados recientemente por organizaciones no gubernamentales, como Amnistía Internacional o la Casa del Encuentro, que indican que en torno a 200 mujeres fueron asesinadas por sus parejas sólo en 2008. O que según un riguroso estudio de CECYM, 1284 mujeres murieron por violencia de género entre 1997 y 2003 sólo en la Provincia de Buenos Aires – desgraciadamente aún no hay estadísticas oficiales que reflejen fielmente esta realidad-. Por otro lado, los títulos de las notas resultan inadecuados y refuerzan los estereotipos que la misma nota pareciera querer develar. En ambos casos se introducen elementos de justificación hacia el femicidio: como reacción frente a un posible ataque, al haber elegido como titular la referencia al caso Barreda; anteponiendo el adjetivo “celoso” antes de la conducta asesina, en la subnota. Atento lo expuesto, mucho agradecería que publiquen estos comentarios y que los tomen debidamente en cuenta en próximas ocasiones al abordar estas temáticas. Les animo de paso a aplicar de manera constante en sus tareas el Decálogo elaborado por las y los especialistas de la Red Par*, como también a tener en cuenta la nueva Ley 26.485 y en especial sus disposiciones sobre medios de comunicación. Porque sin una adecuada perspectiva de género el derecho a la información no se completa, ni se asume la responsabilidad social que satisfacerlo comporta.
Atentamente,
Soledad García Muñoz
Abogada y Profesora
UNLPDoc. 93766341